LA ELECCIÓN UN MOTIVO PARA LA SANTIDAD

Es el eterno e inmutable propósito de Dios que todos los que son de él de una manera especial, todos los que él planea traer a bendecir en el gozo eterno de sí mismo, que primero sean hechos santos.

Cualquier otra cosa que seamos, en habilidades, profesión de la fe, honestidad moral, utilidad para otros, reputación en la iglesia; si no somos personalmente, espiritualmente y evangélicamente santos, no somos uno de aquellos que en el propósito eterno de Dios han sido escogidos para salvación y gloria eterna.
¿Somos escogidos en Dios antes de la fundación del mundo en orden primero para ser santos y sin culpa delante de Dios en amor (Ef. 1:4)? No, primero somos .ordenados para vida eterna. (Hch. 13:48; 2Ts. 2:13). La intención de Dios en el decreto de elección es nuestra salvación eterna, para la .alabanza de la gloria de su gracia. (Ef. 1:5, 6, 11).
¿Que significa entonces cuando dice que fuimos .escogidos en Cristo para que seamos santos? ¿En que sentido es nuestra santidad el propósito por el cual Dios nos escogió?
La santidad es el medio indispensable para obtener salvación y gloria .Escogí esos pobres perdidos pecadores para ser míos de una manera especia dice Dios. .Escogí salvarlos por mi Hijo para traerlos, por medio de su mediación, para gloria eterna. Pero al hacerlo propuse y decreté que serán santos y sin culpa delante de mi en amor. Sin esa santidad que sale de obediencia amorosa a mí, ninguno, jamás entrara a mi gloria eterna.
El esperar llegar al cielo sin santidad es esperar que Dios cambie su decreto y propósito eterno. Es esperar a que Dios deje de ser Dios y meramente caiga con los deseos del pecador de seguir siendo pecador. Pero Pablo nos enseña que fuimos predestinados para ser conformados a la imagen del Hijo de Dios (Ro. 8:29, 30; 2ª Ts. 2:13).
Somos escogidos para salvación por la libre gracia soberana de Dios. ¿Pero como realmente se puede poseer esta salvación? Por medio de la santificación del Espíritu y de ninguna otra forma. A esos que Dios no santifica por su Espíritu él nunca los escogió para salvación desde el principio. El consejo y decreto de Dios concerniente a nosotros no depende de nuestra santidad, pero en nuestra santidad depende nuestra futura felicidad en el consejo y decreto de Dios.

A. LA SANTIDAD ES ESENCIAL

En el decreto inalterable de Dios, ninguna persona viviente puede alcanzar gloria eterna y felicidad sin gracia y santidad. Aquellos ordenados para salvación también fueron ordenados para ser santos. El infante más pequeño que sale de este mundo no vendrá al eterno descanso al menos que sea santificado y así hecho habitualmente y radicalmente santo.
SANTIDAD LA PRUEBA DE LA ELECCIÓN: La única evidencia de nuestra elección a vida y gloria es la santidad forjada en cada fibra de nuestro ser. Así como nuestra vida, así también nuestra comodidad depende en La santidad (2ª Ti. 2:19). Solamente el decreto de elección da seguridad en contra de apostasía en las tentaciones y pruebas (Mt. 24:24).
¿Entonces como puedo conocer mi elección y que no caeré hacia la apostasía? Pablo dice, .Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo., (2ª Ti. 2:19).
Pedro nos dice de .procurar tanto más de hacer firme vuestra vocación y elección. (2ª P. 1:10). ¿Pero como hacemos esto? Al agregar todas las virtudes que Pedro menciona (2ª P. 1:5-9). Así que si tenemos la intención de estar en la gloria eterna, debemos de hacer cada esfuerzo para ser .santos y sin mancha delante de él en amor.
PROBLEMA. ¿Si Dios desde la eternidad ha escogido libremente cierto numero de personas para salvación, que necesidad hay para que sean santos? Pueden pecar todo lo que quieran y nunca perderán el cielo, porque el decreto de Dios no puede ser frustrado. Su voluntad no puede ser negada. Y si los hombres no son escogidos, no importa que tan santos sean, de todas maneras estarán perdidos, porque jamás podrán tener salvación.
RESPUESTA. Esta manera de discutir no se enseña en las Escrituras y no se puede aprender de las Escrituras. La doctrina del libre amor electivo de Dios y su gracia esta completamente declarado en las Escrituras. Ahí se predica como la fuente de y un gran motivo para la santidad. Es mas seguro agarrar los testimonios simples de la Escritura, confirmada por la mayoría de los creyentes, que de escuchar a tales objeciones perversas y triviales que nos harían aborrecer a Dios y sus caminos. Deja que nuestro entendimiento sea cautivado para la obediencia de la fe, en lugar de cuestionamientos de hombres necios.
En particular, no solamente estamos obligados a creer todas las revelaciones divinas, sino debemos creerlas de la manera que se nos presentan por la voluntad de Dios. La creencia en la vida eterna es requerida en el evangelio. Pero ningún hombre debe creer que será salvo eternamente mientras vive en sus pecados.
Las siguientes afirmaciones destruyen esta objeción:
(1) El decreto de la elección, absolutamente en si mismo sin respeto a sus efectos resultantes, no es parte de la voluntad revelada de Dios. No es revelado que este o ese hombre es o no escogido (Dt. 29:29). Así que esto no se puede hacer un argumento o una objeción sobre cualquier cosa la cual incluye la fe y la obediencia.
(2) Dios mandó el evangelio al hombre para llevar acabo su decreto de elección y para traerlo al cumplimiento verdadero. Pablo al predicar el evangelio dice que sufrió .por amor de los escogidos, para que ellos también consigan la salud que es en Cristo Jesús con gloria eterna. (2ª Ti. 2:10). Dios mando a Pablo a quedarse y predicar el evangelio en Corinto porque .tenia mucho pueblo en esa ciudad. (Hechos 18:10), a quien él bondadosamente escogió para salvación. (Vea también Hech. 2:47; 13:48).
(3) Donde quiera que el evangelio viene, predica vida y salvación por Jesucristo a todos los que creerán, arrepentirán y darán obediencia a él. El evangelio hace saber plenamente al hombre ambos su deber y su galardón. En este estado de cosas solo la soberbia y la incredulidad pueden hacer el decreto secreto de Dios una excusa para seguir pecando.
OBJECIÓN. .No me arrepentiré, ni creeré, ni obedeceré, al menos que primero conozca si soy o, no escogido, porque al final todo dependerá de esto.
RESPUESTA. Si así piensas, el evangelio no tiene nada que decirte u ofrecerte, porque estas poniendo tu propia voluntad en contra de la de Dios.
La manera que Dios a señalado para que nosotros conozcamos si somos o no escogidos es por los frutos de la elección en nuestras almas.
Aquí esta una ilustración. Cristo murió por los pecadores. A ningún hombre se le requiere creer que Cristo murió por él en particular, sino solo que Cristo murió para salvar pecadores. Sabiendo esto, el evangelio requiere fe y obediencia, y somos obligados a responder. Pero hasta que una persona a obedecido el evangelio, no esta bajo ninguna obligación de creer que Cristo murió por él en particular.
Así es con la elección. Al hombre se le es requerido creer la doctrina porque está en las Escrituras y es claramente declarado en el evangelio. Pero en cuanto a su elección personal, él no la puede creer, ni tampoco se le requiere que la crea hasta que Dios se la revele por sus frutos. Así que ningún hombre puede decir que no es escogido hasta que esté en tal posición que prueba que no es escogido porque los frutos de la elección imposiblemente estén forjados en él. Estos frutos son la fe, obediencia y santidad (Ef. 1:4; 2ª Ts. 2:13; Tito 1:1; Hch. 13:48).
La persona en quien estas cosas están forjadas está obligada, de acuerdo al método de Dios y del evangelio, de creer en su elección. Cualquier creyente puede tener la misma seguridad de elección así como la tiene de su llamamiento, justificación y santificación.
Por el ejercicio de la fe, hacemos nuestro llamamiento y elección segura (2P. 1:5-10).
Pero los incrédulos y los impíos no pueden concluir que no son escogidos, al menos que puedan probar que es imposible para ellos recibir la gracia y la santidad. En otras palabras, deben probar que han cometido el pecado imperdonable en contra del Espíritu Santo.
La doctrina de la elección de Dios esta en todas partes en la Escritura enseñada para el aliento y consuelo de los creyentes y para estimularlos a fomentar la obediencia y la santidad. (Ef. 1:3-12; Ro. 8:28-34).

B. COMO LA ELECCIÓN MOTIVA A LOS CREYENTES A LA SANTIDAD

La soberana y siempre para ser adorada gracia y amor de Dios en la elección provee motivos poderosos para santidad. Y la única manera que podemos mostrar nuestra gratitud a Dios es de agradarle con una vida santa. ¿Será probable que un verdadero creyente diga, Dios me ha escogido para vida eterna, así que pecare tanto como lo desee, porque nunca podré perecer y estar perdido?
Dios usa la elección como un motivo para su pueblo antiguo (Dt. 7:6-8, 11). Así también Pablo con los Cristianos (Col. 3:12, 13). La elección nos enseña humildad. Dios nos escogió, no porque había algo bueno en nosotros, sino cuando aun éramos, a causa del pecado, buenos para nada. Nos enseña sumisión a la voluntad y placer soberano de Dios en el gobierno de todos nuestros intereses en este mundo. ¿Si Dios me escogió desde la eternidad, y a su tiempo me trajo a la fe, no cuidará también de todo lo que me concierne?
La elección también nos enseña amor, bondad, compasión y tolerancia para todos los creyentes que son los santos de Dios (Col. 3:12, 13). ¿Como nos atrevemos a agasajar pensamientos hostiles y severos, mantener animosidades y enemistades en contra de alguien a quien Dios ha escogido para gracia y gloria? (Véase Ro. 14:1, 3. Pablo hizo todas las cosas por el bien de los escogidos.)
La elección nos enseña desprecio por el mundo y todo lo que pertenece a él. ¿Nos escogió Dios para hacernos reyes y emperadores en el mundo? ¿Hará Dios que sus elegidos sean ricos, nobles y honorables entre los hombres para que se conozca y sea proclamado, .Así se hará con el hombre a quien el rey del cielo se deleita para honrar?
¿Nos escogió Dios para mantenernos fuera de dificultades y persecuciones y pobrezas y vergüenza y reproche en el mundo? Pablo enseña completamente lo opuesto (1ª Co. 1:26-29).
Santiago nos enseña como vivir como uno de los escogidos de Dios (Stg. 1:9-11). El amor electivo es un motivo y un aliento para santidad por causa de la gracia que podemos y debemos esperar de Jesucristo (2ª Co. 12:9). La elección divina nos da seguridad que a pesar de todas las oposiciones y dificultades con que nos podamos encontrar, no nos perderemos completamente ni finalmente (Ro. 8:28-39; 2ª Ti. 2:19; He. 6:10-20).
PROBLEMA. Pero seguramente un hombre que sabe que es uno de los escogidos esta más propenso a ser perezoso y negligente en su vida espiritual.
RESPUESTA. Un hombre va en una jornada. El sabe que está en el camino correcto. El sabe que si sigue en ese camino que seguramente e infaliblemente llegará al fin de su jornada.
¿Este conocimiento lo hará descuidado y negligente? ¿Seria mejor si estuviera perdido y sin saber a donde va? ¿Seria mejor para él no estar seguro que llegará a su destino?
PROBLEMA. La elección es desalentadora al impío.
RESPUESTA. Dos cosas pueden pasar cuando la elección es predicada a los impíos.
PRIMERO, puede que hagan cada esfuerzo para probar que son escogidos al responder con fe, obediencia y santidad, o:
SEGUNDO puede que no hagan nada y digan que todo le toca a Dios. Ahora ¿cual de estas dos actitudes es más racional y sensible? ¿Cual enseña que verdaderamente nos amamos a nosotros y estamos preocupados por nuestras almas inmortales? No hay nada más infaliblemente seguro que esto: .todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna. (Juan 3:15).