TERCERA PARTE. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

Cuando Dios planeó la gran obra de salvar pecadores, él proveyó dos dones. Él dio a su Hijo y él dio a su Espíritu. De hecho cada Persona de la Trinidad se involucro en esta gran obra de salvación. El amor, gracia y sabiduría del Padre la planeó; el amor, gracia y humildad del Hijo la compró; y el amor, gracia y poder del Espíritu Santo capacitó a los pecadores para creer y recibirla.
LA PRIMERA gran verdad en esta obra de salvación es que Dios envió a su Hijo para tomar nuestra naturaleza en él y sufrir en ella por nosotros.
LA SEGUNDA grande verdad es que Dios dio a su Espíritu para traer a los pecadores a la fe en Cristo y así ser salvos.
Cuando el Señor Jesucristo estaba por dejar el mundo, el prometió enviar a su Espíritu Santo para estar con sus discípulos (Jn. 14:16-18, 25-27; 15:26; 16: 5-15).
Aunque fue un gran privilegio el haber conocido a Cristo cuando vivió en la tierra, pero iba a ser uno mucho mas grande el conocerlo revelado a nuestros corazones por el Espíritu Santo (2 Co. 5:16)
Una gran obra del Espíritu Santo es de convencer a los pecadores que el evangelio que les es predicado es verdad y de Dios. Otra gran obra que él hace es de hacer santos a los que creen al evangelio. (2 Co. 3:18)
Si el Espíritu Santo no obra con el evangelio, entonces el evangelio viene a ser una letra muerta y el Nuevo Testamento viene a ser tan inútil para los Cristianos así como el Antiguo Testamento es para los Judíos (Is. 59:21). A consecuencia debemos darnos cuenta que todo el bien espiritual que surge de la salvación es revelado y dado a nosotros por el Espíritu Santo. Debemos también entender que todo lo que es hecho en nosotros y todo lo que somos capacitados para hacer que es santo y aceptable a Dios es por el Espíritu Santo obrando en nosotros y con nosotros. Sin él no podemos hacer nada (Jn. 15:5). Por el Espíritu Santo somos nacidos de nuevo, hechos santos y capacitados para agradar a Dios en cada obra buena.
Es en vista de la grandeza de esta obra que la Escritura nos advierte que el único pecado que no puede ser perdonado es la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mr. 3:28, 29; Mt. 12:31, 32).
Por cuanto el ministerio del Espíritu Santo es traer a los pecadores a creer en la sangre de Cristo para perdón de pecados, si en llevando esta Obra acabo es menospreciado, rechazado y blasfemado, entonces no puede haber perdón de pecados y no hay salvación. Dios no tiene otro Hijo para ofrecerlo como otro sacrificio por el pecado. La persona que menosprecia el sacrificio de Cristo no tiene otro sacrificio al cual acudir (He. 10:27, 29; 1Jn. 5:16). De la misma manera, Dios no tiene otro Espíritu que nos capacite a recibir ese sacrificio y ser salvos. Así que el que menosprecia y rechaza al Espíritu Santo no se le a dado otro Espíritu que lo capacite a recibir a Cristo y ser salvo. Es entonces vital, pues, de aprender sobre el Espíritu Santo y su obra.
Por toda la historia, muchos han hecho falsas afirmaciones en el nombre del Espíritu Santo. Porque el error ha sido enseñado, y cosas malas se han hecho en su santo nombre, es de gran importancia conocer la verdad sobre él y de lo que él vino a hacer. No hay nada más vil que el que pretende ser de Dios y no lo es.

A FALSOS PROFETAS

El don más grande del Espíritu Santo en la iglesia del Antiguo Testamento era profecía.
¡Sin embargo cuantos falsos profetas habían! Algunos falsos profetas servían a otros dioses (1ª R. 18: 26-29). Sus mentes en realidad eran poseídas por el diablo que los capacitaba para declarar cosas que eran ocultas a otros hombres (1ª Co. 10:20; 2ª Co 4:4).
Otros profesaban hablar en el nombre y por la inspiración del Espíritu del Señor, el único verdadero, santo Dios pero eran falsos profetas (Jer. 28:1-4; Ez. 13 y 14).
En tiempos de peligro y amenazadores desastres siempre hay esos que afirman de tener revelaciones extraordinarias. El diablo los estimula para llenar a los hombres con esperanzas falsas para poder mantenerlos en pecado y falsa seguridad. Entonces, cuando el juicio de Dios viene, son tomados por sorpresa. Así que quienquiera que afirme tener revelaciones extraordinarias, alentando a los hombres a sentirse seguros mientras viven una vida de pecado, hace la obra del diablo, porque cualquier cosa que aliente al hombre sentirse seguro en su pecados es del diablo (Jer. 5:30, 31; 23:9-33).
En el Nuevo Testamento también el evangelio fue revelado a los apóstoles por el Espíritu Santo. Era predicado con su ayuda, y hecho efectivo en la salvación de almas por su obra y poder. En la Iglesia primitiva la predicación del evangelio era acompañada con milagros hechos por los apóstoles. Pero Pedro previene a la iglesia que así como hubo falsos profetas en la iglesia del Antiguo Testamento, así también habrá falsos maestros en la nueva (2ª P. 2:1)
Juan nos dice como probar a los falsos maestros (1ª Jn. 4:1-3). Primeramente, nos advierte a no creer a cada espíritu, y segundo debemos ponerlos a prueba por su doctrina. No debemos de ser persuadidos por milagros extraordinarios que puedan hacer, sino por la doctrina que enseñan (Ap. 2:2). Esta es la regla apostólica (Ga. 1:8).
Dios dió a la iglesia primitiva dos medios para protegerse en contra de falsos profetas y maestros: su Palabra, y la habilidad espiritual para discernir espíritus. Pero cuando los dones extraordinarios del Espíritu Santo cesaron, el don de discernir espíritus también ceso. Ahora solo nos queda su Palabra para probar las falsas doctrinas.

B. ENTUSIASTAS PELIGROSOS

En cada gran avivamiento, en lo mas mínimo la Reforma Protestante, entusiastas peligrosos se han levantado para molestar a la iglesia.
Algunos han dicho que tienen un espíritu al cual llaman la luz dentro de ellos. Este nuevo espíritu afirma hacer todas las cosas que el Espíritu Santo ha prometido hacer.
Pero los guía por sentimientos interiores y no por la Palabra de Dios.
O es esta luz el Espíritu Santo o no lo es. Si la gente dice que es el Espíritu Santo, será fácil demostrar que totalmente contradicen la Palabra de Dios y destruyen la misma naturaleza y ser del Espíritu Santo. Si dicen que no es el Espíritu Santo, entonces ¿Qué espíritu es? Solo puede ser el espíritu del ante-Cristo.
Algunos niegan la divinidad y personalidad del Espíritu Santo y tienen ideas erróneas de lo que él hace. Muchos se oponen y resisten su obra en el mundo.
¿Pero si su obra es buena y santa y de gran beneficio al hombre, porque es tan menospreciada? Las cosas del Espíritu Santo las cuales los hombres desprecian son ya sea sus verdaderas obras o las que no son. Si no son las obras de gracia que él prometió hacer, sino emociones religiosas fanáticas y vacías, éxtasis extáticos y revelaciones extraordinarias, entonces es el deber de los Cristianos rechazar estas cosas y ver que vienen de las estúpidas imaginaciones del hombre, en lugar de menospreciar al Espíritu Santo y su verdadera obra. Los entusiastas dicen que es la falsa pretensión y no la verdadera obra la que ridiculizan. Si es así, ¿porque entonces desprecian a los Cristianos que han recibido al Espíritu Santo como el don de Cristo?
En el principio Dios reveló que él solo era Dios y que no hay Dios fuera de él. La verdadera iglesia creía esta verdad. Los incrédulos creían que había muchos dioses y así se hundieron en la idolatría. Entonces mandó Dios a su Hijo en carne humana. El recibirlo y obedecerlo es ahora la prueba de fe. Los que rechazan a Cristo están rechazados por Dios (Jn. 8:24). Ahora Dios requiere que creamos en Cristo como la única Piedra de fundación de la iglesia y nos llama a profesar nuestra fe en él como tal. (Mt. 16:18, 19). Debe de ser reconocido y honrado así como honramos al Padre (1Co. 3:11; Jn. 5:23).
Todos los asuntos de Cristo ahora son cometidos al Espíritu Santo (Jn. 16: 7-11). La voluntad de Dios es que el Espíritu sea exaltado en la iglesia y que la iglesia no este ignorante de él, así como estuvieron los discípulos de Juan el Bautista en Éfeso (Hch.19:2). Por eso el pecado de menospreciar la Persona y obra del Espíritu Santo es tan malo como ambos la idolatría de antigua y el rechazo de Cristo Jesús por los Judíos.

Mientras allí había perdón por estos pecados porque una etapa de gracia adicional estaba por venir, ahora no hay perdón. No hay ninguna etapa de gracia adicional para que venga. Dios no tiene otra persona para dar y tampoco otro camino de salvación.